Reflexión:

Sin "reflexión" en el alma personal y comunitaria, sin una "fertilidad" indispensable y complementaria en el corazón de los involucrados, todo se vuelve una impostación, un espejismo.

Tampoco es suficiente proclamar una Nueva Era suponiendo que el mero discurso contribuye a crear sus dinámicas en el corazón de los hombres.
Es exactamente lo que está sucediendo, lo que vemos a diario: cada día hay más actividades, libros y ediciones sobre un presunto "nuevo tiempo revelador", y cada vez es mayor la rutina y el desconcierto que aquejan a quienes --hipotéticamente-- fueron convocados para la magna tarea de inaugurar una época.
Basta invocar a Dios para que Su presencia se implante en nosotros y esto es tan antiguo como la primer era.
Toda semilla que se planta en terrenos no aptos para el cultivo, quedarán en estado de latencia: jamás germinarán.
Toda idea que no vaya acompañada de acciones que trasformen al individuo --al mismo tiempo-- en el trabajo y en el fruto de la siembra, será apenas retórica, ficción, simulación.
Por eso hay tanta presunta "novedad" en las proclamas de Acuario, solo novedad no mas que eso,…y tanto vacío entre los seres de este siglo en desarrollo.
Decía William Blake: "Quien piensa y no obra, engendra peste".
Y si bien es cierto que quien obra y no piensa también engendra peste, nos queda por determinar qué vamos a poner a la par de nuestras bellas intenciones, en el trazado de la fraternidad necesaria. En el instante supremo donde las palabras se convierten en soles, y los gestos en construcción compartida de un templo invisible, de una eternidad cotidiana, de un himno irresistible.
No temas al silencio, que no es vacío sino dimensión sin fronteras.
No te escapes de la soledad, que no es desamparo sino desnudez de artificios.
Quien se permite callar de verdad y detiene la gritería de la nada, descubre que en silencio titila la música de las esferas, como una sinfonía de rayos y frecuencias. Polaridad de encuentros. Cristal de emociones. Quien se aparta de la manada, advierte que cada cual es el filamento de un reflector supremo, cuya longitud de onda se llama alabanza, cátodo espiritual, ánodo angelical, Santa Sabiduría. Por eso son tan cruciales los desiertos personales.
Porque albergan la llave de la revelación. Las raíces del Sol.
El encuentro cara a cara con Dios.