LA VIDA ES DE TODOS LOS COLORES

Textos y poemas, propios y ajenos, reflexiones, sentimientos hechos palabras, intenciones nacidas en lo profundo del alma, susurro o gritos, a veces silencios, canciones que hablan por mi..








22 de noviembre de 2010

Día de la Música

¿Cómo hacer para que aparezcan juntos todos los interpretes que forman parte de la banda sonora de mi vida?
Si tuviera que representarl a cada uno con palabras lo haría con el texto de Eduardo Galeano:
"Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay fuegos iguales, Hay fuegos grandes, fuegos chicos, fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire con chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden con tantas ganas que no se puede mirarlos, sin parpadear, y quien se acerca se enciende" .

12 de noviembre de 2010

¿Somos Libres?

Vivir es una tarea esforzada. Vivir, es ya un éxito continuo de la vida, frente a la amenaza de los peligros, las enfermedades, la falta de recursos y la muerte misma.

Lo que el hombre necesita para encontrar sentido a su vida es tener una justificación para sus esfuerzos, es decir, disponer de un objetivo y un fin claros, a cuyo logro dedicar la tarea de vivir y de llenar un día y otro de trabajo.
Cuando se tienen objetivos claros para la propia vida, los esfuerzos se ven como parte del camino que hay que recorrer para alcanzarlos, y por tanto luchar, tiene entonces, un sentido muy claro: llegar a donde queremos.
La vida asi puede llegar a tener sentido, más eso se logra solo si de algún modo hemos alcanzado la duda existencial, la duda de si hemos sido responsables con lo que hemos sido, con lo que somos y tenemos, y con todo aquello que hayamos obtenido, proyectandonos hacia lo que seremos.
La responsabilidad va ligada a la libertad, porque tenemos siempre un abanico infinito de posibilidades a nuestra elección con absoluta libertad, sin embargo, frente a esa elección de posibilidades infinitas, también debemos ser responsables, no solo ante nosotros mismos y los nuestros, sino ante la sociedad o colectividad y la tierra.
En este punto nacen los ideales, cuando empezamos a pensar mas allá de nuestra piel y de la piel de quienes nos rodean.
La sociedad impulsa la presión por ser alguien, por tener poder, dinero y gloria, caracterizando una sociedad narcisista, donde lo privado debe ser público, por poco falta desdoblarnos y darnos una palmadita en la espalda.
Quienes ingresan en esa carrera loca y caníbal, creyendo que poseer los hará “ser”, también pasan a integrar en el mundo de la estadística, las tasas de probabilidad de suicidio, las que, son las más altas del mundo.
Si nos remontamos a nuestros abuelos, y bisabuelos, el proyecto de la explosión de la modernidad era desarrollar un “mundo mejor”, sociedades libres con individuos “realizados y trascendentes”, apoyando el desarrollo y la justicia social y económica.
A lo largo de los años, solo hemos experimentado una carrera de competencias y mercados, dándonos cuenta a costa de desocupación, inseguridad y muerte que ese “mundo mejor” apenas fue una utopia generacional, ya que es reconocible la desesperación por la supremacía del poder, cualquiera sea el color político. Esa ambición, sobre todo proyecto sustentado en la razón, solo proveyó a nuestras sociedades el avance y crecimiento de la pobreza, el daño social, y ecológico.
Ese mundo mejor que habían soñado nuestros mayores ha sido traicionado, incumplido y causante de muchos males sociales, y del consuetudinario deterioro de la naturaleza.
A cambio de ello, el escepticismo, la apatía, el quemeimportismo han reemplazado a tales proyectos de desarrollo social y económico para y por un mundo mejor.
No es posible identificar como sentido de la vida a la lucha por conseguir nuestros objetivos, debido a que esos objetivos pueden ser tan estériles y vacíos que una vez alcanzados, enfrenta a un mal terrible, el vacío existencial, es decir la falta de utilidad para hacer sentir a los seres humanos como seres responsables, útiles y libres. Para ser más clara, el que persigue una montaña de dinero, poder o gloria, una vez que lo logra, su vida interior deja de tener significado para…, podrá sentirse orgulloso por un momento corto o largo, pero al final, logrado el objetivo, la monotonía lo acosará.
Cuántos se han esforzado para hacer más dinero para cambiar su auto por uno mejor, lo logran, pocos meses después, comienzan a especular por obtener uno mejor al que ya obtuvieron.
Vivimos en sociedades en el que el predominio de lo particular a lo colectivo o universal, el señorío del individualismo, del narcisismo y la vanidad (vanidad viene de vano)...se han apoderado del ser, para solo ser por tener. Por ello y para ello se especula, se miente, se corrompen, se falsifica, se adultera, todo vale en virtud de lograr los cometidos sustentados en el egoísmo por tener,…para “ser”.
Si de algún modo hemos llegado a la crisis del sentido, tenemos la oportunidad para repensar y hacernos responsables de darle autentico sentido existencial a nuestras vidas.
¿Qué es, en realidad, ser libre?...¿ Un hom­bre sin familia por 1a que trabajar?, ¿sin patria en la que hundir sus raíces? porque todo se lo han globalizado, ¿sin fe que le conforme?, ¿sin deberes que le obliguen?, ¿sin norma moral que le sujete?, ¿sin una verdad objetiva a la que atenerse?, ¿sin un amor al que entregarse?, ¿sin espe­ranza por la que luchar?, ¿sin Dios a quien amar?, ...un hombre así... tan suelto de todo, ¿sería un hombre libre?.
No. No lo sería. No sería ni siquiera un verdadero hombre.
Sería apenas una es­pecie de cosa sin ninguna humanidad y, desde luego, si hubiera algún hombre en tales condiciones, su vida sería un ver­dadero infierno, un vacío tan espantoso que sólo un estado de inconsciencia po­dría hacer apenas soportable.
Un hom­bre así sería lo más parecido a un animal, obligado por su misma vaciedad a asirse a las cosas más elementales para tener algún contacto con la realidad, imposibilitado por adquirir conciencia de una vida sin contenido, sin finalidad y sin sen­tido.
Para unos, libertad significa la ausencia de ataduras humanas; otros encuentran la libertad en la democracia; para muchos, la libertad es poder decir y hacer lo que mejor les parece; para otros es no estar esclavizado.
La libertad no se define por la ausen­cia de todo vínculo, de toda ligadura. No es simplemente una palabra. Es una rea­lidad existente en un mundo de realida­des, de otras realidades de las que no se puede prescindir, ni independizarse, por­que ellas también son, y ellas también cuentan.
La libertad del hombre tiene un origen que la configura, un objeto al que aplicarse, una finalidad que le da sentido. Prescindir de tales elementos equivale a negarla o a destruirla. Desde el punto de vista histórico el concepto de libertad, nace, procede, por evolución como antónimo de “esclavitud” es decir que la realidad que hoy llamamos libertad es una forma evolucionada de una realidad antigua, ya extinguida, que denominamos esclavitud. De manera que si no hubiese existido la esclavitud, ni siquiera se hubiera percibido ni definido la libertad. Esclava es la persona que no es dueña de sí misma, sino que es propiedad de otra persona, física o jurídicamente. Por consiguiente, libre sería la persona sobre la cual nadie ejerce derecho de dominio, es decir de amo.
Uno no puede, aunque quiera, hacer cuanto le pueda apetecer, pero no por eso deja de ser un hombre libre. Siendo, como es, el hombre un ser limitado, ¿cómo podría ser ilimitada la libertad? Por eso, toda limitación, cual­quier limitación, no tiene por qué ser un insulto a la libertad.
La libertad ante todo es autodominio.
Libertad no es hacer lo que nos da la gana –eso es el libertinaje, corrupción de la libertad-, sino hacer lo que hay que hacer, es decir, realizar las cosas según el querer, el deber.
La libertad se define como el derecho de la persona a actuar sin restricciones siempre que sus actos no interfieran con los derechos equivalentes de otras personas.
¿Puede el hombre moderno en las sociedades democráticas actuales reconocerse como un ser libre? ¿Se es verdaderamente libre? ¿Puede el hombre actual decir que no hay quien ejerza dominio sobre el/ellos?
¿Estamos tan seguros que no tenemos amos?
Los “patrones” y “amos” han cambiado, el dominio especializo sus métodos, hoy se creé estar libre, siendo esclavo y los “amos” aprendieron a hacerse invisibles.
A cada uno le corresponde descubrir sus propios amos y cuales cadenas invisibles lo someten.


Silvia Noemi Cara Ullua