El Pan de tus Pensamientos

En un mundo lleno de milagros, debería ser nuestra percepción quién los percibiera. Si nuestra percepción estuviera más finamente sintonizada , nos daríamos cuenta que cada evento natural es un milagro. Es natural que la vida se despliegue en una forma milagrosa. Todo campo de la vida es una cosa milagrosa. No nace una sola brizna de pasto, sin que al nacer se produzca un milagro.

Si tuviéramos una actitud diferente frente a la vida, a la naturaleza, todos veríamos que no hay distinción entre milagros, cuando todo es un milagro. Cada milagro es perfecto en su despliegue. Los eventos disonantes que denominamos trágicos, también son milagros. ¿De qué otra manera se juntaría todo en la historia en una forma tan abrumadora salvo que hubiese una tendencia milagrosa de eventos?

Si el mundo es una historia hecha por nuestras mentes, el mundo vive y ha vivido lo que hemos sido capaces de crear, por un lado el avance de la ciencia y la técnica, el milagro de las comunicaciones, por el otro el hambre y la desnutrición de generaciones y pueblos, el ignominioso interés de controlar la humanidad, movidos por el egoísmo.

Si fueramos capaces de desear pensando más de los hermosos milagros que hacen agrandar a nuestros ojos y que de nuestras bocas salga un ¡¡Ahhhhhh!!, entonces, deberíamos promover más pensamientos hermosos, puros, amorosos.

Consideremos la energía de nuestros pensamientos, porque son nuestros pensamientos los que hacen girar al mundo. Son nuestros pensamientos los que crean la realidad. Si vos estas consumiendo todo el día las noticias de Crónica TV, ¿que es lo que pensarás después?...

No habría guerras si no hubiese pensamientos energéticos que la apoyasen.

Por favor consideremos, que los pensamientos que tienen los poderosos que rigen el destino económico del mundo, pueden afectar las penurias en otras partes del mundo. Lo hacen, no solo porque tienen el poder económico y politico, si no porque además es lo que piensan. Los pensamientos faltos de nutrición contribuyen a la hambruna en otro país.

Cuando nosotros concedemos importancia a la Unidad de la Humanidad, nuestros pensamientos ya no serán descuidados respecto de los demás. Seríamos capaces pronunciar más bendiciones. Cuando haya una suficiente cantidad de seres humanos que cambiemos la manera de pensar, seremos capaces de cambiar nuestra manera de vivir, no solo la vida personal, también la vida de nuestras comunidades. Cuando nuestros pensamientos pobres, cambien por pensamientos ricos, el despliegue de la vida también será diferente.

Nos pasa que estamos acostumbrados a los resultados instantáneos, y es así que nuestro deseo de legar el bien al mundo palidece, y comenzamos a enfocarnos en nosotros mismos nuevamente y con todas nuestras fallas. Si existen fallas, esas fallas se encuentra en nuestros pensamientos. ¿Cuántas veces durante el día de hoy haz tenido que darte ánimo a vos misma/o?. Llevamos la culpa como carga. La culpa en si misma es un pensamiento pobre. Nos hace falta darnos cuenta que el mundo depende de cada uno de nosotros y de nuestros pensamientos. Nuestros pensamientos afectan a cada uno y a todo en el mundo. Cualquiera que sea la felicidad que exista en alguna parte, hemos contribuido a ella. Cualquiera sea la penuria que exista en alguna parte del mundo, también contribuimos a ella. Nunca debemos preocuparnos por lo que ha sido. Fijemos nuestra atención en el HOY.

¿Qué tal si HOY no hay pensamientos desalentadores? ¿Qué tal si llamamos al día de hoy Un Día de Elevación? Haz de este día, el día en el que tomas la alfombra del mundo, sacudes todo el polvo que tiene, y la vuelves a poner limpia y fresca, como nueva, como si nunca nadie hubiese caminado nadie sobre ella.

No dejes que tus pensamientos sean afanosos, egoístas, avarientos, codiciosos. Aprendamos a reemplazar cada pensamiento por otros plenos de amor, de gratitud, de congratulación. Tengamos en cuenta que nuestros pensamientos son el alimento de la vida. Somos responsables de cambiar la pobre realidad que tenemos por una mejor, la que deseemos.